Te ví de frente, triste peregrino. Me saludaste con tu mirada perdida, allí, tan lejos de tu hogar. En la profundidad de tus retinas admiré la soledad de tu viaje, pero también viejos recuerdos de gloria. Entonces, peregrino, no sabes cuánto deseé fundirme contigo, hacernos uno.
Y así, continuar tu viaje. Nuestro viaje. El viaje de todos.
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