Subí por las escaleras
De mi Palacio, mi ermita.
Caminé por los salones
De belleza cristalina,
Contemplé grandes murales
De pasados, de gran Ira.
Y aún sin arrepentirme
De nada de que veía,
Pensé triste y solitario,
En lo antiguo y en mis dichas.
Sentí orgullo profundo,
Y a la vez melancolía:
En la Sala de los Fuegos
Mi cabeza me bullía,
Pues allí estaba encerrado
Prometeo, que dormía.
Pero no era Prometeo
Lo que allí se revolvía,
Era mi alma, tan pura,
Furiosa se estremecía.
Tapaba toda belleza
A cualquiera que venía,
Pues por mucho que supliquen
Esa estancia es sólo mía.
Con puñales y zarpazos
Mi caverna defendía.
En la Sala de los Fuegos,
Seguro de las arpías,
Yo mismo, con grandes gritos,
Esa fuerza agradecía.
Pero entonces fuerte dama
Se acercó con dura hombría
"Soy Leonora, criatura,
Y entraré con valentía!".
Enloquecedora, bella,
Luz solar de mediodía.
Traspasar las demás salas
Mi Valquiria conseguía.
Me alegré de verla entera,
Altanera y decidida.
Prometeo, mientras tanto,
Peleaba con valía,
Contra ella, duramente,
Con coraje y disciplina.
Viendo tales luchadores
Supe que yo perdería,
Pues Leonora o Prometeo
Sólo sobreviviría.
Con ella felicidad,
Con él mi esencia sombría.
Lo arregló mi salvadora
Con una jugada fría,
Golpeó a Prometeo
Donde a él más le dolía:
Compartió mi alma doble,
Y se hizo Reina cada día
De esa sala, del Palacio,
De mi Amor, de mi agonía,
De mi mente, de mi sangre,
De mi Ser y de mi vida.
PD: A tí.
26/4/07
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1 comentario:
Te amo :)
Gracias, peque. Por ser tú.
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