7/8/08

Irina y Julio

Irina tenía el turno de tarde en la casa de los Uquillo. Salía de trabajar casi a las nueve, y el último autobús pasaba solamente diez minutos después. No paraba en su pueblo, por lo que al subir, le pedía a Julio, el conductor, si podía parar un momento en medio de la carretera para tomar el desvío andando. Al principio se lo tomó mal, aunque accedió, y poco a poco fue convirtiéndose en su broma privada.

"Algún día" -Decía Julio- "Algún día estarás bajando y te pillará un coche, o algo así! Ya lo verás! Algún día tendremos una desgracia".

Con esa última muletilla, Irina sonreía y le agradecía efusivamente a Julio el, por otra parte, escaso esfuerzo. Con el paso de las semanas, Irina ya entraba al autobús con mirada suplicante. Julio, nada más verla, ya le decía:

"Algún día... Algún día tendremos una desgracia!"

Pasaron los meses, y Irina ya sólo subía, le dedicaba a Julio la mejor de sus sonrisas, y él contestaba:

"Una desgracia... Algún día, una desgracia!!"

Así fue.

Los Uquillo cambiaron a Irina de turno, y Julio no volvió a verla nunca más.