Irina tenía el turno de tarde en la casa de los Uquillo. Salía de trabajar casi a las nueve, y el último autobús pasaba solamente diez minutos después. No paraba en su pueblo, por lo que al subir, le pedía a Julio, el conductor, si podía parar un momento en medio de la carretera para tomar el desvío andando. Al principio se lo tomó mal, aunque accedió, y poco a poco fue convirtiéndose en su broma privada.
"Algún día" -Decía Julio- "Algún día estarás bajando y te pillará un coche, o algo así! Ya lo verás! Algún día tendremos una desgracia".
Con esa última muletilla, Irina sonreía y le agradecía efusivamente a Julio el, por otra parte, escaso esfuerzo. Con el paso de las semanas, Irina ya entraba al autobús con mirada suplicante. Julio, nada más verla, ya le decía:
"Algún día... Algún día tendremos una desgracia!"
Pasaron los meses, y Irina ya sólo subía, le dedicaba a Julio la mejor de sus sonrisas, y él contestaba:
"Una desgracia... Algún día, una desgracia!!"
Así fue.
Los Uquillo cambiaron a Irina de turno, y Julio no volvió a verla nunca más.
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1 comentario:
:(
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