Daniel el Pavo Asado no tiene nada con lo que jugar, excepto el palo que le penetra brutalmente hasta salir por la boca.
Luisa, la Boca del Metro de la línea 32, está cansada de que la penetren constantemente vagones y vagones.
Víctor el Vagón no aguanta más que día a día le penetren cientos de viajeros con prisas y tan maleducados que ni le invitan a una copa antes.
Y, definitivamente, los viajeros no aguantan que les penetren. Pero muchos no reconocen que les encantaría penetrar a Daniel.
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