10/1/10

Que Viene El Lobo

Lloro muy poco, y hasta ahora siempre por alguien de mi especie.

Pero es que a ti también voy a echarte de menos, bicha. Quiero dedicarte esta entrada, porque desde que llegaste no has hecho más que dar, dar, dar, y has recibido muy poco. Da igual, siempre has estado ahí, dándome todo el cariño que tenías. Nadie te lo exigió, y no pudiste elegir. Te has portado genial conmigo. Muchas gracias. Y no te voy a engañar, no me hacías nada de gracia. Te tenía miedo la primera vez en ese garaje, y ya ves, han pasado menos de tres años y ya te necesito. Tú, en cambio, te enamoraste de mí a primera vista. Pero te enamoras de todo el mundo a primera vista, jodía.

No sé si voy a volver a verte. No sé si debo volver a verte. No sé si puedo volver a verte. Quizá hasta ahora era mi turno, y ya pasó. Pero tampoco quiero despedirme de ti. Quiero acariciarte una vez más, agacharme a rozar mi cara con tu lomo, hacer como que te ignoro, que me revuelques por el suelo, que intentes chuparme, sacarte a que bebas de los charcos y a saltar el tronco, que sé que te encanta. Me conformaría con una vez más. ¿No me crees, verdad? Y tienes razón. Sabes que nunca podría irme de tu lado sabiendo que es la última vez. Porque si ya me matas cuando lloras porque nos vamos una semana, imagina cómo me sentiría.

Eres muy lista, y ya sé que me estarás adivinando el pensamiento. Sí, es verdad, también quiero estar contigo por lo que significa con ella. También lo estoy pasando mal por eso. Soy menos generoso que tú. Supongo que de alguna manera también te estoy utilizando, pero así somos mi especie. Por favor, perdóname. Pero te quiero, te prometo que te quiero mucho. De eso no dudes nunca. Si no vuelvo no es que me haya olvidado de ti, de veras.

Sé fuerte, por favor. Y sé feliz, muy feliz.

Nunca voy a olvidarte.

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